ERASE UNA VEZ

Uno de los lugares más emblemáticos de Palma, en 100 años cambió su máscara varias veces, modificando su apariencia y su forma, renovándose para no desaparecer, como si tuviera su propia alma.

Posesión de finales del 1800, sirvió de posada para todos aquellos campesinos de la isla que viajaban a Palma en los días de mercado.

En los años 20 fue un teatro de Titelles i Putxinel•li (marionetas), descendientes directas de las Guaratelle de la ciudad de Nápoles.

Ante el abandono, durante la guerra civil, la posesión realizó su primera metamorfosis, transformándose en un colmado denominado “Jaume de´n Retiro”, que persistió por toda la época de la dictadura.

En el lejano verano del 1975, Mallorca estaba viviendo sus últimos meses del régimen franquista, cuando en una tarde de un día como otro, de un cualquier caluroso verano, paseando por la barriada de Génova, tres amigos se toparon con un colmado que lucía un cartel: SE TRASPASA.

Eran Clement Picornell, Aldo Spanhi y Guillerm Frontera. “Dit i fet”: el colmado se convirtió en Es pou bo.

Local bohemio con grandes sofás, mesas de mármol, sillas de mimbre y muebles antiguos.
Por aquel entonces, Génova se había convertido en un lugar donde se subía a comer “pa amb oli amb tomàtiga” y Es pou bo también hacía lo mismo, pero de forma diferente, tanto por el ambiente como por la gente.

Bar de tendencia artística, sirvió de escenario para exposiciones de pintores, fotógrafos y presentaciones de libros o de discos.

Pisaron esas hidráulicas personajes como Joan Miró y Miguel Barceló. Precisamente éste último, en el 1975, realizó allí una de sus primeras exposiciones: Cadaverina 15.
La noche que murió Franco, Es pou bo fue escenario de una gran fiesta de toda la progresía de Palma. Para muchos éste fue el inicio de la famosa Movida que sacudió las islas en los míticos ochenta.

En esa época Es pou bo se convirtió en Sa Ximbomba por parte de la pareja de artistas formada por Jean Schalekamp y Muriel Ten Cate, que llegaron a ser los nuevos amos del local.

1oo años después se ha vuelto a repetir la mística conexión con Nápoles, ya que el nuevo amo, siendo napolitano, juntó los típicos pa amb oli, que en Sa Ximbomba siempre se sirvieron, con la especialidad más representativa de su tierra: LA PIZZA NAPOLETANA.
Han pasado muchos años y muchas caras hasta llegar al día de hoy, pero el objetivo sigue siendo el mismo: tratar de mantener viva la llama que siempre alimentó el espíritu de este lugar tan especial.

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